Percepción de la realidad automatizada, por Barbara Quiróz

Barbara Quiroz

Desde tiempos remotos el Hombre ha adquirido distintas habilidades observando y comprendiendo su entorno. El pensamiento de sobrevivencia hizo evolucionar la manufactura de instrumentos que permitían abarcar un gran número que necesidades vitales, instrumentos que continuaron evolucionando a través de los años como además se fueron desarrollando nuevos objetivos, el Hombre ya no solo quería sobrevivir sino que también quería plantar, cosechar, hacer viviendas, construir comunidades y así una variedad de ideas que le permitían vivir cómodamente en su época. Estos pensamientos poseen una característica en común: el Hombre, desde los inicios del conocimiento, ha pretendido manipular una pequeña parte del mundo a su favor y de esta manera construir su propia realidad.

Actualmente tomamos el avance tecnológico como una herramienta que permite crear nuevos productos y que facilita llevar a cabo las actividades de la vida cotidiana de manera sencilla, cada vez más avanzando a lo autómata.

Sin embargo, la sola palabra “autómata” encierra una gran disputa. Por un lado, se define como ‘Instrumento o aparato que encierra dentro de sí el mecanismo que le imprime determinados movimientos’ [1], por otro el concepto se liga hacia el Hombre como una ‘Persona que actúa sin reflexión’ [2]. Estas definiciones son fundamentales para plantear la siguiente incógnita: ¿cómo se percibe la realidad automatizada?, siendo la máquina como ente evolutivo de la realidad del Hombre y su efecto que provoca la manipulación del mundo. El siguiente tema apunta a la reflexión sobre cómo se percibe la realidad en cuanto a la evolución de las tecnologías que repercuten en la vida cotidiana como modo de interactuar con el mundo.

Para abordar el tema se consideran las distintas visiones de mundo moderno que presentaban los artistas de la tendencia de arte cinético de los años entre 1920 y 1960, donde planteaban dos posturas opuestas sobre el futuro en la evolución de la máquina. Una de ella tomada de aquellos constructivistas que veían con optimismo el avance tecnológico para la vida humana, en tal aspecto la máquina vendría a convertirse en una virtud de la realidad; por otro lado, los dadaístas que consideraban a la máquina como un objeto banal que lejos de ser la ayuda necesaria para el mundo moderno, llegaría a esclavizar a la humanidad. Estas dos filosofías son claves para entender la percepción de lo autómata en la realidad del modernismo, visto como el gran auge de la máquina y la tecnología desde la revolución industrial.

¿El Hombre y la máquina o la Máquina y el Hombre?

Para comprender la disputa de este tema es necesario mirar hacia el mundo moderno, donde ocurre uno de los cambios más significativos de la historia humana, principalmente de la evolución definitiva de la tecnología: la Revolución industrial. Si bien, el conocimiento de la máquina como objeto que permitía realizar acciones ya existía, no fue hasta la Revolución industrial que el margen de duda de la máquina en la sociedad se amplió, dividiendo la percepción de ésta en dos ideas muy opuestas. Por un lado, se consideró que esta unión significativa entre el Hombre y la máquina sería el paso perfecto a una nueva era, donde pudiera abarcar todos los lados de la sociedad acercando la técnica y los productos a todo el mundo. También fue una forma de demostrar e ir más allá en avances científicos, lo cual permitía a la humanidad tener un mayor control sobre la realidad.

Sin embargo, hubo aquellos que se atrevían a manifestar un gran rechazo hacia la máquina, que no traería más que una gradual conducción a dominar el comportamiento humano. Aquí tenemos el principio de la disputa de la definición del “autómata”, disputa que representa en nombre de esta sección.

La visión del mundo moderno

Refiriéndonos al mundo moderno se hace hincapié en el pensamiento de los artistas que dieron vida al arte cinético. En este punto de la historia, la disputa sobre la percepción de la máquina ya era ideológica, social y moral, a lo cual los artistas de diferentes tendencias se adecuaron a plasmar tales pensamientos. Particularmente en la escultura cinética, ambos lados se representan en las obras derivadas del positivismo constructivista y el escepticismo dadaísta.

La percepción del constructivismo apuntó a un pensamiento “pro-autómata”, donde se consideraba que la realidad se basaba en la máquina y que en ella se encontraba la evolución de la sociedad moderna. Como Lazlo Moholy-Nagy planteó: (…) To be a user of machines is to be the spirit of this country. [3]. El legado de este pensamiento se traduce en la belleza de la unión de lo humano y lo mecánico, haciendo referencia a que el mismo Hombre es una máquina disfuncional.

La realidad para los dadaístas era distinta. Artistas cinéticos como Jean Tinguely manifestaban su desconfianza a la máquina como ente de apoyo. Se satirizaba la producción tecnológica como algo descontrolado y que cada día la sociedad se convertía más en lo “contra-autómata”. El Hombre llegaría a ser reemplazado por la máquina algún día.

La percepción de realidad del modernismo genera la duda en cuánto qué es lo primero. ¿El Hombre? ¿La máquina? Pero más bien, ¿qué sucede actualmente?

En nuestro tiempo aún no vemos (masivamente) robots que realicen todas las actividades por nosotros, por lo que podríamos decir bien firmemente que no hemos sido reemplazados por la máquina en el plano literal. Cada avance tecnológico se hace en pos de facilitar una actividad, tal cual como en tiempos remotos, y tal accesibilidad tal vez motive al pensamiento de dependencia de la máquina. En primer lugar, ¿qué entendemos por el concepto de “máquina” hoy en día? Decimos que la máquina es aquello que se convierte en una extensión de alguna habilidad natural, que permite realizar una acción con mayor eficiencia. Podríamos decir que la máquina es contemporáneamente vista como aquello que nos hace la vida más fácil. La máquina a su vez a dado paso a una nueva revolución tecnológica-informática, donde la conexión con el mundo es tan simple como una búsqueda por un teléfono móvil. ¿Qué es lo que pasa, entonces, con lo autómata?

Al principio del tema se esclarece que el Hombre busca manipular una parte del mundo, de su realidad. Hoy en día podemos decir que tenemos cierto control del espacio (se puede saber que ocurre al otro lado del mundo) y del tiempo (mandar un mensaje es más rápido que ir a la casa de alguien). El espacio y el tiempo es algo que el Hombre enfoca su objetivo, la tecnología apunta a que todo se realice más rápido y abarque el mayor espacio posible. La realidad actual es vertiginosa y la percepción que se da es que necesitamos más tiempo para nuestras actividades.

La máquina no se ve como algo bueno o malo. Ciertamente nos asombramos de los lanzamientos de nuevos aparatos, simples de usar y que hacen algo por nosotros, lo cual podría decirse que es bueno, pero también está presente ese escepticismo del dadá, la duda moral y cultural de qué es lo que perdemos siendo nuestras acciones reemplazadas por la máquina. Algunos han ido más lejos, estableciendo que el humano pierde progresivamente lo que lo hace humano. “The submission of all forms of cultural life to the sovereignty of technique and technology”—would destroy “the vital sources of our humanity”. [4].

Lo autómata

Se planteó este concepto como una base de entender la percepción de nuestro tiempo. Las dos definiciones nos hacen referencia a las dos miradas en disputa que desde la época moderna continúa presente y que difícilmente se encuentre una única respuesta.

La sociedad está automatizada. La máquina es una ayuda para responder ante las exigencias de nuestro tiempo, y la sociedad misma actúa como una máquina que imprime las directrices sobre el mundo. Manipular la pequeña fracción de la realidad.

El Hombre es autónomo, es decir, maneja sus propias decisiones. Tiene la capacidad de manipular su realidad mediante la máquina (como una extensión de su capacidad). Tal capacidad ha hecho que el mundo contemporáneo poco a poco se automatice acorde a la necesidad de tiempo.

Conclusión

La evolución de lo que el Hombre considera necesario es lo que percibe de la realidad, donde la máquina juega el papel de manejar en un grado tales necesidades. Actualmente lo autómata de la realidad demanda tiempo. Se observa la máquina como un punto de quiebre entre el cohabitar y el depender, volviendo a la disputa de las dos tendencias. Se puede establecer que nunca se solucionará esta divergencia, mientras se tenga el control del concepto de autómata no se llegará ni a una utopía (la máquina haciendo todo por nosotros como algo positivo) ni a una distopia (la máquina reemplazándonos como humanos).

La percepción de nuestra época está en un punto de equilibrio, donde tenemos el confort de la ayuda de la “machina” pero que deja dudas sobre qué tanto control tiene esta sobre nosotros. Tal cuestionante moldeará el futuro mientras la tecnología avanza a puntos que nadie se imagina.

Referencias

[1] - [2] Definición de la Real Academia Española. http://dle.rae.es/?id=4TKy9Vs.

[3] Quotes by Lazlo Moholy-Nagy. http://www.theartstory.org/movement-kinetic-art.htm.

[4] Cita de Neil Postman, del libro Technopoly: The Surrender of Culture to Technology (1993).

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